A pesar de la recientemente anunciada depuración del padrón de beneficiarios, el futuro del México rural es incierto, a menos que se modifique la política agropecuaria, consideran
La depuración de los padrones de beneficiarios del Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) e Ingreso Objetivo, anunciada por el secretario de Agricultura, tendrá poco impacto en el futuro del campo mexicano. El esquema de repartición de subsidios a través de estos dos programas sociales multiplicará la pobreza extrema en buena parte de las zonas rurales y eventualmente hará crecer la dependencia alimentaria del país, predicen analistas.
Un mayor índice de miseria equivale al estrechamiento de oportunidades para el desarrollo, y eso tendrá sus propios efectos negativos, advierte Víctor Suárez Correa, director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo.
“El crimen organizado se verá nutrido por decenas de miles de pobladores rurales que no tienen alternativa de ingresos y de trabajo”, sostiene. “En los próximos años el crimen organizado controlará más territorios del país y fragmentará la integridad territorial”, advierte el representante.
Actualmente, el país dispone de un amplio sector rural, pero está lejos de generar ingresos equiparables a los niveles del pasado.El campo ya no es igual que antesAntes, dice el analista de subsidios agrícolas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) John Scott, el campo era una fuente de ingresos de las familias pobres en zonas rurales, pero hoy el sustento lo encuentran en actividades ajenas al sector agrícola.
“Es muy difícil que los campesinos de subsistencia puedan vivir con los ingresos que obtengan de un predio de una a tres hectáreas, sin riesgo y sin mayor tecnología”, explica. “A 15 años del TLC (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), llevamos en realidad medio año del TLC: no hubo la transformación que se esperaba en el campo mexicano”, esgrime.
El futuro del México rural es incierto, a menos que se modifique la actual política agropecuaria, señala a su vez la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en su estudio “Política agropecuaria y pesquera: Logros recientes, continuación de las reformas”.
“La mayoría de las transferencias de la política agropecuaria se distribuyen de manera regresiva e incluso Procampo, que es el menos regresivo de los grandes programas agropecuarios, no es tan redistributivo como programa de combate a la pobreza”, señala el documento.Depuración de pobresLa Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) anunció para septiembre la más exhaustiva limpieza del padrón de beneficiarios de Procampo.
Se trata de un esfuerzo mayúsculo que les llevará al menos un par de años, de acuerdo con Ana Graciela Aguilar Antuñano, directora en jefe de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca), dependiente de la citada secretaría.
La depuración, sin embargo, es posible que provoque estragos entre los miserables, antes que en los grandes productores, políticos, funcionarios, gobernantes e, incluso, personajes relacionados con el narcotráfico.
A través de 15 años de existencia del programa, indica la funcionaria, miles de campesinos han omitido información con tal de seguir beneficiándose con la ayuda.
“Hay quien vende y no avisa, que subdividieron (la tierra) y no avisan, que no siembran, y hay veces que hay injusticias: ‘no sembré porque soy un señor de 90 años y me dio neumonía’”, refiere.
Beneficiarios en tales condiciones serán rasurados del padrón, puesto que así lo dicta la ley. “Cuando se crea el Procampo se le pone el requisito de la siembra”, dice Aguilar.Condena predecibleBajo un escenario como ese, el país tendrá pocas alternativas. Suárez Correa recurre a indicadores oficiales para anticiparse unos cuantos años. Hoy, expone, la dependencia alimentaria de los mexicanos se ubica en 45%, lo que implica un gasto anual de 20 mil millones de dólares para la adquisición de alimentos en mercados extranjeros.
“De continuar la actual política agroalimentaria, en los próximos años tendremos que gastar al menos 60 mil millones de dólares. (…) Si en estos dos años 6 millones de mexicanos cayeron en nivel de pobreza —según la evaluación de la Comisión de Evaluaciones de Política Social—, quiere decir que en lo que resta de la actual administración al menos 3 millones de mexicanos entrarán en el mismo nivel de pobreza y en el nivel de pobreza alimentaria, que es la pobreza extrema”.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), cita el director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo, “ubica a 19.5 millones de mexicanos en pobreza extrema, que quiere decir hambre, y en los próximos tres años habrá 4 millones adicionales que estarán con hambre”.
El investigador del CIDE John Scott coincide con el diagnóstico de la OCDE en que Procampo ha sido bastante regresivo en su política, lo que finalmente ha favorecido a los estados del norte, y no a los del sur.
“Se habla del campo, pero el campo del norte y el del sur no tienen nada que ver uno con el otro”, indica. “Las tasas de pobreza rural de los estados del norte son comparables a las de pobreza urbanas que observamos en las ciudades, mientras que las tasas de pobreza rurales en el sur del país son mucho más apremiantes”.
Los subsidios de Procampo, afirma, son los que han provocado tal desigualdad.
“El tipo de subsidios que reciben (los productores agrícolas) no tiene mucho sentido económico (y) mucho menos tienen un sentido de justicia distributiva porque no contribuyen a disminuir la desigualdad en el campo, sino a aumentarla”, manifiesta John Scott.Campo envejecidoEn las zonas rurales más castigadas por la pobreza, el investigador ha detectado un fenómeno que pronto acentuará la crisis: campesinos cuya edad promedio es de 60 años. Para ellos, dice Scott, Procampo significa “una especie de recurso que les ayuda a sobrevivir en la vejez, en ausencia de programas de seguridad y asistencia”.
Son los individuos referidos también por la directora de Aserca.
Las políticas públicas tendrían que estar atendiendo a este sector de la población, sugiere Scott, pues de lo contrario el panorama que se viene en el país es desolador.
“Las desigualdades en la agricultura en México se van a profundizar. Por un lado vamos a tener a un sector agroindustrial muy grande, más o menos competitivo en relación con Estados Unidos, y que abarcaría una gran cantidad de subsidios regresivos, y por otro lado tendremos a un sector de productores pequeños de escasa viabilidad y mucha vulnerabilidad, lo que impactaría directamente en la economía mexicana”, advierte Scott. México, D.F./Ignacio Alvarado y Evangelin Hernández (El Universal)
Un mayor índice de miseria equivale al estrechamiento de oportunidades para el desarrollo, y eso tendrá sus propios efectos negativos, advierte Víctor Suárez Correa, director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo.
“El crimen organizado se verá nutrido por decenas de miles de pobladores rurales que no tienen alternativa de ingresos y de trabajo”, sostiene. “En los próximos años el crimen organizado controlará más territorios del país y fragmentará la integridad territorial”, advierte el representante.
Actualmente, el país dispone de un amplio sector rural, pero está lejos de generar ingresos equiparables a los niveles del pasado.El campo ya no es igual que antesAntes, dice el analista de subsidios agrícolas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) John Scott, el campo era una fuente de ingresos de las familias pobres en zonas rurales, pero hoy el sustento lo encuentran en actividades ajenas al sector agrícola.
“Es muy difícil que los campesinos de subsistencia puedan vivir con los ingresos que obtengan de un predio de una a tres hectáreas, sin riesgo y sin mayor tecnología”, explica. “A 15 años del TLC (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), llevamos en realidad medio año del TLC: no hubo la transformación que se esperaba en el campo mexicano”, esgrime.
El futuro del México rural es incierto, a menos que se modifique la actual política agropecuaria, señala a su vez la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en su estudio “Política agropecuaria y pesquera: Logros recientes, continuación de las reformas”.
“La mayoría de las transferencias de la política agropecuaria se distribuyen de manera regresiva e incluso Procampo, que es el menos regresivo de los grandes programas agropecuarios, no es tan redistributivo como programa de combate a la pobreza”, señala el documento.Depuración de pobresLa Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) anunció para septiembre la más exhaustiva limpieza del padrón de beneficiarios de Procampo.
Se trata de un esfuerzo mayúsculo que les llevará al menos un par de años, de acuerdo con Ana Graciela Aguilar Antuñano, directora en jefe de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca), dependiente de la citada secretaría.
La depuración, sin embargo, es posible que provoque estragos entre los miserables, antes que en los grandes productores, políticos, funcionarios, gobernantes e, incluso, personajes relacionados con el narcotráfico.
A través de 15 años de existencia del programa, indica la funcionaria, miles de campesinos han omitido información con tal de seguir beneficiándose con la ayuda.
“Hay quien vende y no avisa, que subdividieron (la tierra) y no avisan, que no siembran, y hay veces que hay injusticias: ‘no sembré porque soy un señor de 90 años y me dio neumonía’”, refiere.
Beneficiarios en tales condiciones serán rasurados del padrón, puesto que así lo dicta la ley. “Cuando se crea el Procampo se le pone el requisito de la siembra”, dice Aguilar.Condena predecibleBajo un escenario como ese, el país tendrá pocas alternativas. Suárez Correa recurre a indicadores oficiales para anticiparse unos cuantos años. Hoy, expone, la dependencia alimentaria de los mexicanos se ubica en 45%, lo que implica un gasto anual de 20 mil millones de dólares para la adquisición de alimentos en mercados extranjeros.
“De continuar la actual política agroalimentaria, en los próximos años tendremos que gastar al menos 60 mil millones de dólares. (…) Si en estos dos años 6 millones de mexicanos cayeron en nivel de pobreza —según la evaluación de la Comisión de Evaluaciones de Política Social—, quiere decir que en lo que resta de la actual administración al menos 3 millones de mexicanos entrarán en el mismo nivel de pobreza y en el nivel de pobreza alimentaria, que es la pobreza extrema”.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), cita el director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo, “ubica a 19.5 millones de mexicanos en pobreza extrema, que quiere decir hambre, y en los próximos tres años habrá 4 millones adicionales que estarán con hambre”.
El investigador del CIDE John Scott coincide con el diagnóstico de la OCDE en que Procampo ha sido bastante regresivo en su política, lo que finalmente ha favorecido a los estados del norte, y no a los del sur.
“Se habla del campo, pero el campo del norte y el del sur no tienen nada que ver uno con el otro”, indica. “Las tasas de pobreza rural de los estados del norte son comparables a las de pobreza urbanas que observamos en las ciudades, mientras que las tasas de pobreza rurales en el sur del país son mucho más apremiantes”.
Los subsidios de Procampo, afirma, son los que han provocado tal desigualdad.
“El tipo de subsidios que reciben (los productores agrícolas) no tiene mucho sentido económico (y) mucho menos tienen un sentido de justicia distributiva porque no contribuyen a disminuir la desigualdad en el campo, sino a aumentarla”, manifiesta John Scott.Campo envejecidoEn las zonas rurales más castigadas por la pobreza, el investigador ha detectado un fenómeno que pronto acentuará la crisis: campesinos cuya edad promedio es de 60 años. Para ellos, dice Scott, Procampo significa “una especie de recurso que les ayuda a sobrevivir en la vejez, en ausencia de programas de seguridad y asistencia”.
Son los individuos referidos también por la directora de Aserca.
Las políticas públicas tendrían que estar atendiendo a este sector de la población, sugiere Scott, pues de lo contrario el panorama que se viene en el país es desolador.
“Las desigualdades en la agricultura en México se van a profundizar. Por un lado vamos a tener a un sector agroindustrial muy grande, más o menos competitivo en relación con Estados Unidos, y que abarcaría una gran cantidad de subsidios regresivos, y por otro lado tendremos a un sector de productores pequeños de escasa viabilidad y mucha vulnerabilidad, lo que impactaría directamente en la economía mexicana”, advierte Scott. México, D.F./Ignacio Alvarado y Evangelin Hernández (El Universal)
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